sábado, 15 de octubre de 2016

REFLEXIÓN - ACORDÉMONOS DEL AMOR DE CRISTO

TIEMPO ORDINARIO
SÁBADO DE LA SEMANA XXVIII
Del Común de vírgenes. Salterio IV.
15 de Octubre

SANTA TERESA DE JESÚS, virgen y doctora de la Iglesia. MEMORIA
    Nació en Ávila (España) el año 1515. Ingresó en la Orden del Carmelo, donde realizó grandes progresos en el camino de la perfección y gozó de místicas revelaciones. Habiendo emprendido la reforma de su Orden, tuvo que sufrir muchas dificultades, que superó con gran fortaleza de ánimo. También escribió varias obras, insignes por lo elevado de su doctrina, fruto de su experiencia personal. Murió en Alba de Tormes el año 1582.

  De las Obras de santa Teresa de Jesús, virgen y doctora de la Iglesia.
  (Libro de su vida, cap. 22, 6-7. 12. 14)


ACORDÉMONOS DEL AMOR DE CRISTO

    Con tan buen amigo presente -nuestro Señor Jesucristo-, con tan buen capitán, que se puso en lo primero en el padecer, todo se puede sufrir. Él ayuda y da esfuerzo, nunca falta, es amigo verdadero. Y veo yo claro, y he visto después, que para contentar a Dios y que nos haga grandes mercedes quiere que sea por manos de esta Humanidad sacratísima, en quien dijo Su Majestad se deleita.

    Muy muchas veces lo he visto por experiencia; házmelo dicho el Señor. He visto claro que por esta puerta hemos de entrar, si queremos nos muestre la soberana Majestad grandes secretos. Así que no queramos otro camino, aunque estemos en la cumbre de contemplación; por aquí vamos seguros. Este Señor nuestro es por quien nos vienen todos los bienes. Él lo enseñará; mirando su vida, es el mejor dechado.

    ¿Qué más queremos que un tan buen amigo al lado, que no nos dejará en los trabajos y tribulaciones, como hacen los del mundo? Bienaventurado quien de verdad le amare y siempre le trajere cabe de sí. Miremos al glorioso san Pablo, que no parece se le caía de la boca siempre Jesús, como quien le tenía bien en el corazón. Yo he mirado con cuidado, después que esto he entendido, de algunos santos, grandes contemplativos, y no iban por otro camino: san Francisco, san Antonio de Padua, san Bernardo, santa Catalina de Siena.

    Con libertad se ha de andar en este camino, puestos en las manos de Dios; si su Majestad nos quisiere subir a ser de los de su cámara y secreto, ir de buena gana.

    Siempre que se piense de Cristo, nos acordemos del amor con que nos hizo tantas mercedes y cuán grande nos le mostró Dios en darnos tal prenda del que nos tiene: que amor saca amor. Procuremos ir mirando esto siempre y despertándonos para amar, porque, si una vez nos hace el Señor merced que se nos imprima en el corazón este amor, sernos ha todo fácil, y obraremos muy en breve y muy sin trabajo.

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