lunes, 17 de octubre de 2016

LITURGIA

ELEMENTOS MATERIALES DE LA LITURGIA
El Cáliz


Vasos y Utensilios del culto

    Los vasos sagrados. El templo es como el palacio de Dios, el Sagrario su recámara y como su sala de recepción; el cáliz, la patena, el copón, y la custodia son a modo de vajilla de Su mesa eucarística. El templo todo, y el altar y el Sagrario en especial, son santos; pero santos y dignos de todo respeto son asimismo los Vasos sagrados.


    Los Vasos sagrados propiamente dichos son cuatro. Dos de ellos: el cáliz y la patena se usan para la celebración del Santo Sacrificio de la Misa; los otros dos: el copón y la custodia con su viril, sirven para conservar, trasladar o exponer el Santísimo Sacramento. Vaso subsidiario es la cajita usada para llevar la comunión a los enfermos.

    A otro nivel, son también vasos del culto: las crismeras, las vinajeras y el vasito de las abluciones. A ellos podemos agregar algunos otros utensilios: acetre, incensario con la naveta, porta­paz, campanas y campanillas, y las diferentes clases de bandejas.
Los Vasos sagrados han de ser bendecidos o consagrados, según los ritos prescritos en los libros litúrgicos.

    El Cáliz. El primer Cáliz fue el que usó Nuestro Señor en la última Cena, al instituir la Eucaristía.
Actualmente, los vasos sagrados deben ser de materiales só­lidos y que se consideren nobles, según la estima común de cada región, y con preferencias irrompibles e incorruptibles. Los cá­lices y demás vasos destinados a recibir la Sangre del Señor deben tener la copa de metal de suerte que no absorba los líquidos, aunque el pie puede ser de materiales sólidos y dignos (Mi­sal, n. 290-91)

    Los vasos sagrados metálicos llevan, por lo general, dorada la parte interior, en el caso en que los materiales puedan oxidar-se; Pero si el material es inoxidable, o de oro noble, no hace falta el baño de oro (ib. n. 294)

    En cuanto a la forma, con tal que sean adecuados para su uso litúrgico correspondiente, puede el artista crearlos como me­jor responda a las costumbres de cada región, siempre dentro de lo admitido por el episcopado. Si es verdad que hay cálices modernos preciosos, también abundan demasiado los raros y de dudosa belleza y seguridad funcional.

Fuente: LaLiturgia.org


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