miércoles, 23 de noviembre de 2016

AMORIS LAETITIA



    228. Es posible que uno de los dos cónyuges no sea bautizado, o que no quiera vivir los compromisos de la fe. En ese caso, el deseo del otro de vivir y crecer como cristiano hace que la indiferencia de ese cónyuge sea vivida con dolor. No obstante, es posible encontrar algunos valores comunes que se puedan compartir y cultivar con entusiasmo. De todos modos, amar al cónyuge incrédulo, darle felicidad, aliviar sus sufrimientos y compartir la vida con él es un verdadero camino de santificación. Por otra parte, el amor es un don de Dios, y allí donde se derrama hace sentir su fuerza transformadora, de maneras a veces misteriosas, hasta el punto de que «el marido no creyente queda santificado por la mujer, y la mujer no creyente queda santifica por el marido creyente» (1 Co 7,14).

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