viernes, 17 de febrero de 2017

EVANGELIO - SAN MARCOS 8,34-38.9,1

TIEMPO ORDINARIO
VIERNES DE LA SEMANA VI
17 de Febrero

    Libro de Génesis 11,1-9.

     Todo el mundo hablaba una misma lengua y empleaba las mismas palabras.
    Y cuando los hombres emigraron desde Oriente, encontraron una llanura en la región de Senaar y se establecieron allí.
    Entonces se dijeron unos a otros: "¡Vamos!"
Fabriquemos ladrillos y pongámolos a cocer al fuego".
Y usaron ladrillos en lugar de piedra, y el asfalto les sirvió de mezcla.
    Después dijeron: "Edifiquemos una ciudad, y también una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo, para perpetuar nuestro nombre y no dispersarnos por toda la tierra".
    Pero el Señor bajó a ver la ciudad y la torre que los hombres estaban construyendo, y dijo: "Si esta es la primera obra que realizan, nada de lo que se propongan hacer les resultará imposible, mientras formen un solo pueblo y todos hablen la misma lengua.
    Bajemos entonces, y una vez allí, confundamos su lengua, para que ya no se entiendan unos a otros".
    Así el Señor los dispersó de aquel lugar, diseminándolos por toda la tierra, y ellos dejaron de construir la ciudad.
    Por eso se llamó Babel: allí, en efecto, el Señor confundió la lengua de los hombres y los dispersó por toda la tierra.



Salmo 33(32),10-11.12-13.14-15.

El Señor frustra el designio de las naciones
y deshace los planes de los pueblos,
El designio del Señor
permanece para siempre,

y sus planes, a lo largo de las generaciones.
¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se eligió como herencia!
El Señor observa desde el cielo

y contempla a todos los hombres.
él mira desde su trono
a todos los habitantes de la tierra;
modela el corazón de cada uno
y conoce a fondo todas sus acciones.



    Evangelio según San Marcos 8,34-38.9,1.

    Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.
    Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará.
    ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida?
    ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?
    Porque si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con sus santos ángeles".
    Y les decía: "Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de haber visto que el Reino de Dios ha llegado con poder".

Fuente: ©Evangelizo.org


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