martes, 14 de febrero de 2017

REFLEXIÓN - HAZ CRECER A TU IGLESIA Y MANTENLA SIEMPRE EN LA UNIDAD

TIEMPO ORDINARIO
MARTES DE LA SEMANA VI
Del Común de pastores. Salterio II
14 de Febrero

SANTOS CIRILO, monje y METODIO, obispo. (MEMORIA)
    Cirilo nació en Tesalónica y obtuvo en Constantinopla una excelente formación. Junto con su hermano Metodio, se trasladó a Moravia para predicar la fe cristiana. Ambos hermanos prepararon los textos litúrgicos en lengua eslava, escrito con los caracteres que luego se llamaron "cirílicos". Llamados a Roma, murió allí Cirilo el día 14 de febrero del año 869; Metodio fue ordenado obispo y marchó a Panonia, a la cual evangelizó incansablemente. Tuvo que sufrir mucho a causa de los envidiosos, pero los papas lo apoyaron. Murió el día 6 de abril de 885 en la ciudad de Velahrad (Checoslovaquia).

   De la Vida eslava de Constantino(Cap. 18: Denkschriften der kaiserlichen            Akademie der Wissenschaften 19, Viena 1870, p. 246)

HAZ CRECER A TU IGLESIA Y MANTENLA SIEMPRE 
EN LA UNIDAD

    Constantino Cirilo, sobrecargado de trabajo, cayó enfermo y, cuando hacía ya muchos días que soportaba su enfermedad, tuvo en cierta ocasión una visión divina y se puso a cantar estas palabras:

    «Qué alegría para mi espíritu y que gozo para mi corazón cuando me dijeron: " Entraremos en la casa del Señor."»

    Después, permaneció así todo el día, lleno de alegría y diciendo:

    «Desde ahora soy siervo, no ya del emperador ni de otro hombre alguno, sino tan sólo del Dios todopoderoso. Antes no existía, pero ahora existo y existiré para siempre. Amén.»

    Al día siguiente vistió el santo hábito monástico y, como quien añade más luz a la luz, tomó el nombre de Cirilo. Con este hábito permaneció durante cincuenta días. Al acercarse ya la hora de recibir el descanso y de trasladarse a las moradas eternas, elevando sus manos hacia Dios, rogaba con lágrimas en sus ojos, pronunciando estas palabras:

    «Señor, Dios mío, tú que creaste las diversas categorías de ángeles y todas las fuerzas incorpóreas, que extendiste el cielo, diste solidez a la tierra y sacaste de la nada todo lo que existe, tú que escuchas siempre a los que cumplen tu voluntad, te respetan y observan tus preceptos, escucha mi oración y guarda a la grey de tus fieles, al frente de la cual me pusiste a mí, tu siervo inepto e indigno.

    Líbralos de la malicia de los impíos y paganos que blasfeman de ti, haz crecer en número a tu Iglesia y mantenla siempre en la unidad. Haz que tu pueblo se distinga por su concordia en la fe verdadera y por la recta profesión de la misma, e inspira en sus corazones la palabra de tu doctrina: porque es don tuyo el que nos hayas aceptado como predicadores del Evangelio de tu Ungido, incitándonos a que practicáramos las buenas obras que te son agradables. Te devuelvo los que me confiaste, porque son tuyos; gobiérnalos con tu diestra poderosa y cúbrelos con la sombra de tus alas, para que todos alaben y glorifiquen tu nombre, el del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.»

    Besó a todos con el ósculo santo y dijo:

    «Bendito el Señor, que no nos entregó como presa a los dientes de nuestros adversarios invisibles, sino que rompió su red y nos libró del mal que tramaban contra nosotros.»

    Y así se durmió en el Señor, a la edad de cuarenta y dos años. El papa mandó que todos los griegos que se encontraban en Roma, así como los romanos, se reuniesen, con cirios en las manos, para cantar en sus exequias, que quiso que se celebraran como si se tratase del mismo papa; y así se hizo.

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