TIEMPO DE CUARESMA
SÁBADO DE LA SEMANA IV
01 de Abril
“Por causa de él, se produjo una división
entre la gente”
Con los ojos del cuerpo observamos lo que sucede a nuestro alrededor, en la vida y en la tierra. Percibimos las diferencias entre la luz y la oscuridad, el blanco y el negro, lo feo y lo bello. Del mismo modo sucede con lo que percibe el oído: sonidos graves, agradables. Pero, también tenemos los oídos del corazón y los ojos del alma con los que podemos percibir a Dios. En efecto, Dios se da a conocer a los que pueden ver, una vez abiertos los ojos de sus almas.
Todos tenemos ojos físicos, pero algunos los tiene como velados y no ven la luz del sol. Si los ciegos no ven no es porque la luz del sol no brille. Depende de los ciegos y de sus ojos el hecho de no ver. Del mismo modo te ocurre a ti: los ojos de tu alma están velados por tus faltas y malas acciones. Cuando hay una falta en el hombre, éste ya no puede ver a Dios...
Pero, si quieres, puedes quedar sano. Confíate al médico y te operará los ojos de tu alma y de tu corazón. ¿Quién es este médico? Es Dios, quien cura y vivifica por su Palabra y su Sabiduría, por las que hizo todas las cosas... Si tú entiendes esto y si tu vida es pura, piadosa y justa, puedes ver a Dios. Ante todo, que la fe y el temor de Dios entren primero en tu corazón y entonces comprenderás esto. Cuando te hayas despojado de la condición mortal y revestido de la inmortalidad (1Cor 15,53) entonces verás a Dios. Este Dios resucitará tu carne, inmortal, al mismo tiempo que tu alma. Y entonces, llegado a la inmortalidad, verás a Dios inmortal, a condición que hayas creído en él en este mundo.
Fuente: ©Evangelizo.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario