jueves, 4 de mayo de 2017

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - "Mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida"

TIEMPO PASCUAL
VIERNES DE SEMANA III
05 de Mayo

      Isaac el Sirio (siglo VII), monje cercano a Mossoul 
      Sermones ascéticos, 1ª serie, nº 72

“Mi carne es la verdadera comida y mi sangre
 la verdadera bebida”

    El Árbol de la vida es el amor de Dios. Adán lo perdió en su caída y ya nunca jamás encontró de nuevo el gozo, sino que trabajaba y sufría en una tierra llena de espinas (Gn 3,18). Los que se han alejado del amor de Dios, trabajan y comen del pan de sus sudores (Gn 3,19), y es así aunque su vida fuera recta; éste es el pan que ha dado de comer a la primera criatura después de la caída. Hasta que no encontremos el amor, nuestro trabajo será realizado en tierra de espinas...; sea la que fuere nuestra justicia personal, comemos gracias al sudor de nuestro rostro.

    Pero cuando hemos encontrado al amor, nos alimentamos del pan celeste, y somos reconfortados más allá de todo trabajo y todo sufrimiento. El pan celeste es Cristo, que ha bajado del cielo y ha dado la vida al mundo. Y este es el alimento de los ángeles (Sl 77,25). El que ha encontrado al amor se alimenta de Cristo cada día y en cada hora, y llega a ser inmortal. Porque él mismo ha dicho: “El que coma del pan que yo le daré, no conocerá la muerte”. Dichoso el que come del pan del amor, que es Jesús. Porque el que se alimenta del amor se alimenta de Cristo, el Dios que domina el universo, aquel de quien Juan da testimonio cuando dice: “Dios es amor” (1Jn 4,8).

    Así pues, el que vive en el amor recibe de Dios el fruto de la vida. Respira ya en este mundo el aire de la resurrección, este aire en el cual los justos resucitados tienen sus delicias. El amor es el Reino. El Señor ha ordenado a sus apóstoles se alimentaran de este Reino; comer y beber en la mesa de mi Reino (Lc 22,30) ¿es otra cosa que el amor? Porque el amor es capaz de alimentar al hombre en lugar de todo alimento y de toda bebida. Este es el “vino que alegra el corazón del hombre” (sl 104,16); dichoso el que bebe de este vino.

Fuente: ©Evangelizo.org


No hay comentarios:

Publicar un comentario