miércoles, 3 de mayo de 2017

MEDITACIÓN DEL EVANGELIO - "Señor, muéstranos al Padre"

TIEMPO PASCUAL
MIÉRCOLES DE LA SEMANA III
Del Común de apóstoles.
03 de Mayo

      Meditacion del Papa Francisco Bendedicto XVI, 6 de septiembre de 2006

    «Felipe, casi ingenuamente, le pide: "Señor, muéstranos al Padre y nos basta". Jesús le responde con un tono de benévolo reproche: "¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: Muéstranos al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? (...) Creedme: Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí". Son unas de las palabras más sublimes del evangelio según san Juan. Contienen una auténtica revelación.
    (...) Mientras que el Prólogo del evangelio de san Juan habla de una intervención explicativa de Jesús a través de las palabras de su enseñanza, en la respuesta a Felipe, Jesús hace referencia a su propia persona como tal, dando a entender que no sólo se le puede comprender a través de lo que dice, sino sobre todo a través de lo que él es. Para explicarlo desde la perspectiva de la paradoja de la Encarnación, podemos decir que Dios asumió un rostro humano, el de Jesús, y por consiguiente de ahora en adelante, si queremos conocer realmente el rostro de Dios, nos basta contemplar el rostro de Jesús. En su rostro vemos realmente quién es Dios y cómo es Dios.
    El evangelista no nos dice si Felipe comprendió plenamente la frase de Jesús. Lo cierto es que le entregó totalmente su vida. Según algunas narraciones posteriores, habría evangelizado primero Grecia y después Frigia, donde habría afrontado la muerte, en Hierópolis, con un suplicio que según algunos fue crucifixión y según otros, lapidación.
    Queremos concluir nuestra reflexión recordando el objetivo hacia el que debe orientarse nuestra vida: encontrar a Jesús, como lo encontró Felipe, tratando de ver en él a Dios mismo, al Padre celestial. Si no actuamos así, nos encontraremos sólo a nosotros mismos, como en un espejo, y cada vez estaremos más solos. En cambio, Felipe nos enseña a dejarnos conquistar por Jesús, a estar con él y a invitar también a otros a compartir esta compañía indispensable; y, viendo, encontrando a Dios, a encontrar la verdadera vida.

Fuente: Benedicto XVI, 6 de septiembre de 2006


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