domingo, 9 de julio de 2017

EVANGELIO - SAN MATEO 9,18-26


TIEMPO ORDINARIO
LUNES DE LA SEMANA XIV
10 de Julio

    Libro de Génesis 28,10-22a. 

    Jacob partió de Berseba y se dirigió hacia Jarán.
    De pronto llegó a un lugar, y se detuvo en él para pasar la noche, porque ya se había puesto el sol.
Tomó una de las piedras del lugar, se la puso como almohada y se acostó allí.
    Entonces tuvo un sueño: vio una escalinata que estaba apoyada sobre la tierra, y cuyo extremo superior tocaba el cielo. Por ella subían y bajaban ángeles de Dios.
    Y el Señor, de pie junto a él, le decía: «Yo soy el señor, el Dios de Abraham, tu padre, y el Dios de Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra donde estás acostado.
    Tu descendencia será numerosa como el polvo de la tierra; te extenderás hacia el este y el oeste, el norte y el sur; y por ti y tu descendencia, se bendecirán todas las familias de la tierra.
    Yo estoy contigo: te protegeré dondequiera que vayas, y te haré volver a esta tierra. No te abandonaré hasta haber cumplido todo lo que te prometo».
    Jacob se despertó de su sueño y exclamó" "¡Verdaderamente el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía!".
    Y lleno de temor, añadió: "¡Qué temible es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios y la puerta del cielo".
    A la madrugada del día siguiente, Jacob tomó la piedra que le había servido de almohada, la erigió como piedra conmemorativa, y derramó aceite sobre ella.
    Y a ese lugar, que antes se llamaba luz, lo llamó Betel, que significa "Casa de Dios".
    Luego Jacob hizo este voto: "Si Dios me acompaña y me protege durante el viaje que estoy realizando, si me da pan para comer y ropa para vestirme, y si puedo regresar sano y salvo a la casa de mi padre, el Señor será mi Dios.
    Y esta piedra conmemorativa que acabo de erigir, será la casa de Dios. Además, le pagaré el diezmo de todo lo que me dé".

Salmo 91(90),1-2.3-4.14-15ab.

Tú que vives al amparo del Altísimo
y resides a la sombra del Todopoderoso,
di al Señor: «Mi refugio y mi baluarte,
mi Dios, en quien confío».

Él te librará de la red del cazador
y de la peste perniciosa;
te cubrirá con sus plumas,
y hallarás un refugio bajo sus alas.

“Él se entregó a mí,
por eso, yo lo libraré;
lo protegeré, porque conoce mi Nombre;
me invocará, y yo le responderé.
Estaré con él en el peligro


    Evangelio según San Mateo 9,18-26.
   
    Mientras Jesús les estaba diciendo estas cosas, se presentó un alto jefe y, postrándose ante él, le dijo: "Señor, mi hija acaba de morir, pero ven a imponerle tu mano y vivirá".
    Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos.
    Entonces se le acercó por detrás una mujer que padecía de hemorragias desde hacía doce años, y le tocó los flecos de su manto, pensando: "Con sólo tocar su manto, quedaré curada".
    Jesús se dio vuelta, y al verla, le dijo: "Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado". Y desde ese instante la mujer quedó curada.
    Al llegar a la casa del jefe, Jesús vio a los que tocaban música fúnebre y a la gente que gritaba, y dijo: "Retírense, la niña no está muerta, sino que duerme". Y se reían de él.
    Cuando hicieron salir a la gente, él entró, la tomó de la mano, y ella se levantó.
    Y esta noticia se divulgó por aquella región.

Fuente: ©Evangelizo.org


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