viernes, 15 de diciembre de 2017

LITURGIA

ELEMENTOS MATERIALES DE LA LITURGIA
El Sagrario


    Es un pequeño cofre o arca inamovible en el que se guardan las Sagradas Especies para que los fieles puedan adorar al Señor, y para que pueda llevarse la comunión a los ancianos o enfermos que no pueden participar de la Misa.

    “Es muy de recomendar que el lugar destinado para la reserva de la Santísima Eucaristía sea una capilla adecuada para la adoración y la oración privada de los fieles.

    Si esto no puede hacerse, el Santísimo Sacramento se pondrá, según la estructura de cada iglesia y las legítimas costumbres de cada lugar, o en algún altar, o fuera del altar, en una parte más noble de la iglesia, bien ornamentada” (OGMR, 276).

    Es costumbre poner un pequeño corporal dentro y debe cubrirse con un conopeo, un velo. Este velo es señal principal de la presencia real de Cristo. Puede ser blanco o del color del día, pero nunca negro.

    Representa la tienda santa del Señor; y se manifiesta la paradoja del misterio: la revelación, por velación de la presencia del Emmanuel que acampa entre nosotros.

¿Desde cuándo se guardan
 las Especies Eucarísticas en las iglesias?

    Es una costumbre muy antigua, que se remonta, al menos, a la época en que terminaron las persecuciones.



¿Dónde ha de estar situado el Sagrario?

    En una parte de la iglesia u oratorio verdaderamente noble, destacada, convenientemente adornada y apropiada para la oración.

    Este lugar debe ser muy destacado, verdaderamente noble y debidamente decorado.
    Debe ser inamovible, hecho de materia sólida no transparente, de manera que se evite al máximo el peligro de profanación.
    El espacio que rodea al Sagrario debe conducir a la adoración y la oración personal. Por eso el Pueblo cuele contar con asientos, reclinatorios y libros de espiritualidad o la Sagrada Escritura.
    El Sagrario es, en palabras de Pablo VI "el corazón vivo de cada una de nuestras iglesias"
(Credo del Pueblo de Dios)

Fuente : conelpapa.com/misa
Joseph Ratzinger, El espíritu de la Liturgia, Capítulo II



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