MISTERIOS GOZOSOS
(Lunes y Sábado)
CUARTO MISTERIO GOZOSO
JESÚS ES PRESENTADO A DIOS, EN EL TEMPLO DE JERUSALÉN, Y MARÍA HACE LA OFRENDA PARA SU PURIFICACIÓN
Del Evangelio según San Lucas: (2,2124)
REFLEXIÓN
Dios Padre no quiso excluir a su Hijo de nada, ni hacerlo distinto de ningún ser humano. Jesús es verdadero Dios como su Padre, y verdadero hombre como nosotros. Nos lo dice la Carta a los Hebreos: "... probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado” (Hebreos 4,15). Por eso, José y María cumplieron con él todas las leyes y costumbres relativas al nacimiento de un niño en Israel.
En la circuncisión Jesús fue admitido en el pueblo de Dios, y derramó sus primeras gotas de sangre por la salvación de la humanidad. El mismo nombre de Jesús, que entonces le fue impuesto, significa "Dios salva".
Jesús es Dios que nos salva, Dios que nos libera de las ataduras del pecado y de la muerte eterna. Jesús es Dios que sana nuestro corazón y nuestra vida, Dios que con su amor compasivo y misericordioso se agacha hasta nosotros y nos levanta. Dios que renueva nuestro ser entero con su amor y su gracia.
En este cuarto misterio del Rosario, meditemos en lo que significa para la humanidad entera que Jesús, el hijo de Dios se haya encarnado, y se haya hecho presente en medio de nosotros.
¿Qué sería de nosotros sin Jesús?... ¿Qué sería del mundo sin Jesús?... ¿Hasta dónde podríamos llegar sin el amor de Dios manifestado en él?... ¿Hasta dónde podríamos llegar, con el pecado haciendo de las suyas en nuestra vida y en nuestra historia?...
En este cuarto misterio del Rosario, meditemos en lo que significa para la humanidad entera que Jesús, el hijo de Dios se haya encarnado, y se haya hecho presente en medio de nosotros.
¿Qué sería de nosotros sin Jesús?... ¿Qué sería del mundo sin Jesús?... ¿Hasta dónde podríamos llegar sin el amor de Dios manifestado en él?... ¿Hasta dónde podríamos llegar, con el pecado haciendo de las suyas en nuestra vida y en nuestra historia?...
INTENCIÓN
Ofrezcamos esta decena del Rosario, por todas las familias del mundo. Para que sean un lugar propicio para el crecimiento y desarrollo adecuado de los niños y de los jóvenes. Que los padres y las madres comprendan que su responsabilidad de dar amor a sus hijos y educarlos en el respeto, es una gran tarea en favor de ellos mismos y de toda la sociedad, y que en esto nadie los puede sustituir ni reemplazar.
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