sábado, 10 de marzo de 2018

¡ CUIDADO CON LOS GRUPOS PARROQUIALES QUE DEVIENEN EN SECTAS!

    ¡Alerta si aparecen algunos de estos cuatro síntomas! Es muy habitual que lo que empieza como un grupo de jóvenes “sano” se convierta en un grupúsculo sectario, autorreferencial y destructivo.


    El padre Dwight Longenecker ha sido pastor fundamentalista protestante, evangélico de tipo carismático, episcopaliano, clérigo anglicano y desde hace bastantes años es cura católico, capellán en una universidad católica y un defensor firme del magisterio católico. En 50 años de apostolado cristiano, ha tenido cargos pastorales en EEUU y en Inglaterra y ha conocido muchas comunidades, católicas, anglicanas y protestantes.

    Y aquí y allá, en parroquias, colegios, grupos de oración y apostolados varios, en ambientes de lo más diverso, se ha encontrado grupos sectarios, que además, a primera vista, parecían “muy similares a auténticas comunidades cristianas llenas de Espíritu”, que parecían “comunidades cristianas buenas, auténticas y dinámicas”… pero no lo eran.

Por eso, el padre Longenecker propone prestar atención a 4 criterios que delatan a los grupos sectarios:

    1. Todo es maravilloso… y todos dicen qué maravilloso es. 

    “Esta es la primera señal de lo sectario: todo es demasiado maravilloso y todo el mundo está dispuesto a contarte lo maravilloso que es todo”, señala Longenecker. En el mundo real, las cosas buenas y malas van juntas. En las sectas, las cosas feas, incómodas, molestas, se ocultan y se ofrece sólo una fachada maravillosa.


    2. Los líderes también son maravillosos… pero no hay ninguna transparencia.

    En un grupo sectario, el líder es triunfante, magnífico, estupendo. Y concentra todo el liderazgo de forma absoluta y nada transparente. Nadie puede acceder al círculo de toma de decisiones, no rinde cuentan reales a nadie (aunque diga ser fiel a la jerarquía, magisterio, etc…). A veces no es un líder personal, sino un grupo de directores. Puede ser que tengan un voto de secreto (lo llamarán “confidencialidad” o “discreción”). “Si encuentras un liderazgo no transparente de este tipo, no te asombres, y sospecha”, dice Longenecker.


    3. La crítica y el disentir no están permitidos.

    En un grupo sectario se exige lealtad absoluta y acrítica, y quien haga preguntas críticas, exprese un “leal alternativa” o señale problemas, será aislado y etiquetado como “un problemático”. Como en el grupo se supone que todo es maravilloso, quien no es capaz de disfrutar y ve problemas es doblemente incómodo. Al disidente le dirán que no es “suficientemente espiritual”, o no es “de la élite”, y muchas veces puede ser señalado como el culpable de que algo no funcione.


    4. Sólo el grupo es “realmente” bueno… y todos los demás “nos persiguen”.

    Cuando un grupo es sectario, considera que los de “fuera” son tibios, o están corrompidos, o son directamente el enemigo. En el pensamiento sectario, no vale la pena tender puentes con los demás, pensar que se puede aprender algo de ellos, que es bueno tratar con ellos y hacer cosas juntos… ¡aunque sean cristianos de convicciones similares!

    Hay que mantener a “los de fuera” a distancia de los nuestros, para que no “nos debiliten”, o contaminen, o “distraigan a nuestra gente”. Además, si los demás nos critican es porque nuestro grupo es el único verdaderamente bueno. Los de “fuera” nos envidian, o les molesta nuestra excelencia… o Dios quiere que suframos su incomprensión, como prueba de que hemos sido elegidos.


Así surge un grupo sectario

    Longenecker señala que a menudo los grupos con comportamiento sectario no nacen como tales, no tienen un iniciador que buscaba crear una secta. “De forma inconsciente, ciertos individuos empiezan a comportarse de manera sectaria y se apoyan unos a otros.


    El líder empieza a crear una atmósfera religiosa tan maravillosa que de hecho no es real, y personas con esa necesidad llegarán al grupo y alimentarán estas llamas”, señala el padre Longenecker. Los que sospechan lo que está pasando y tratan de reaccionar serán excluidos o marginalizados.

Los 5 antídotos contra el sectarismo

    1. El sistema parroquial católico: ve a la parroquia que te toca.

    Para Longenecker, que ha conocido varias realidades protestantes, el sistema católico de parroquias tiene al menos la ventaja de dificultar el fenómeno sectario porque se espera que el fiel acuda a la parroquia que le toca geográficamente, donde se encontrará con feligreses, catequistas y pastores de lo más variado, y casi nunca “maravillosos”.

    Es gente reunida porque “les toca”, porque viven en esa demarcación. Así es más difícil que un líder intente crear un grupo de perfectos, maravillosos y escogidos… porque está obligado a trabajar con lo que hay allí.


    2. El sentido común

    “El sentido común baja las cosas a tierra y pincha el globo de la pomposidad”, asegura Longenecker.


    3. La libertad para criticar y disentir

    “Un verdadero líder servidor y un verdadero grupo basado en el servicio valorará a todos los miembros y será fuerte para escuchar a las voces críticas. Tratarán la crítica como algo positivo y estarán abiertos a ella, y a los de fuera”, resume Longenecker.


    4. Confesión y admisión de errores

    En los ambientes católicos, la confesión sacramental es una herramienta eficaz para dificultar varios tipos de dinámicas sectarias. Es más difícil creerse un “elegido perfecto y especial” cuando cada semana o cada mes reconoces tus pecados ante un confesor. El sectario, dice este sacerdote, “nunca será capaz de hacer una verdadera confesión, auténtica, honesta, ni pedirá disculpas”. “Si tu líder o tus compañeros son incapaces de decir perdón, lo siento, es que tienes problemas”.


    5. La humildad: sin ella, la religión no es verdadera

    “Humildad” viene de “humus”, tierra. La auténtica religión toca de pies a tierra, es humilde, y también está abierta al “humor”, a la risa. Un grupo capaz de reírse de sí mismo, de sus defectos y manías, es más difícil que caiga en lo sectario.


Fuente: INFOVATICANA


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