viernes, 27 de abril de 2018

MISTERIOS DEL SANTO ROSARIO - ESPIRITUALIDAD

MISTERIOS GLORIOSOS
(Miércoles y Domingo)

    Los Misterios Gloriosos nos invitan a meditar y contemplar los acontecimientos que tuvieron lugar en el mundo, después de la muerte de Jesús en la cruz, e incluyen dos momentos muy especiales en la vida de María. Son los Misterios de la esperanza. Nos acercamos a estos Misterios con inmensa alegría, y su meditación y contemplación llenan nuestro corazón de amor y de paz.


TERCER MISTERIO GLORIOSO

EL ESPÍRITU SANTO, ESPÍRITU DE JESÚS RESUCITADO
DESCIENDE SOBRE LOS APÓSTOLES

Del libro de los Hechos de los apóstoles: (2,1-4)

    Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa donde estaban, y aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y fueron posándose sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía que se expresaran.



REFLEXIÓN

    Muchas veces y de diferentes maneras, anunció Jesús a los apóstoles que después de su muerte les enviaría al Espíritu Santo, el Consolador que les ayudaría a recordar y entender todo lo que él les había enseñado. Y cuando se cumplió el tiempo señalado, Jesús realizó su promesa.

    El Espíritu Santo es la presencia viva y actuante de Jesús en la Iglesia y en el mundo, a lo largo de los tiempos. El soplo de Dios que nos comunica a quienes creemos en Él, una nueva vida.

    El Espíritu Santo es nuestra luz y nuestra fuerza, nuestro Maestro y nuestro guía. Su presencia en nuestro corazón nos permite conocer a Dios, recibir su amor y acogerlo, y ser en el mundo, mensajeros y testigos de la salvación que Jesús consiguió para todos con su vida y su muerte.



INTENCIÓN

    Mientras rezamos las diez Avemarías de esta tercera decena del Rosario, demos gracias a Dios por habernos regalado el Espíritu de su Hijo, y pidámosle que nos ayude a acogerlo con corazón abierto y bien dispuesto, a escuchar sus insinuaciones, y a
seguir sus inspiraciones, para bien nuestro y de quienes viven a nuestro lado.


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