sábado, 7 de julio de 2018

SUMA TEOLÓGICA - SANTO TOMAS DE AQUINO



    Objeciones por las que parece que no hay ningún nombre que se diga de Dios en sentido propio:

1. Como se ha dicho anteriormente (a.1), todos los nombres que damos a Dios son aceptados por las criaturas. Pero los nombres de las criaturas que se dan a Dios tienen sentido metafórico, como cuando se dice: Dios es piedra o león, y otros parecidos. Luego todos los nombres que se dan a Dios tienen sentido metafórico.

2. No puede darse en sentido propio ningún nombre a alguien cuando más auténtico es negárselo que aplicárselo. Pero todos los nombres como bueno, sabio y similares, es más auténtico negárselos que aplicárselos a Dios, como aparece en Dionisio, c.2 De Cael. Hier.Luego ninguno de estos nombres es dado a Dios en sentido propio.

3. Los nombres de cuerpos no se dan a Dios más que en sentido metafórico, puesto que es incorpóreo. Pero todos los nombres que estamos usando, implican condiciones corporales, como el tiempo, la composición, etc., que son condiciones de los cuerpos. Luego todos estos nombres son dados a Dios en sentido metafórico.

    Contra esto: está lo que dice Ambrosio en el c. II De Fide: Hay nombres que expresan la realidad divina de forma evidente; otros que expresan la inapelable verdad de la majestad divina; y hay otros nombres que son dados a Dios por razón de semejanza. Así, pues, no todos los nombres son dados a Dios en sentido metafórico, sino que algunos le son dados en sentido propio.


    Respondo: Como se dijo (a.2), a Dios le conocemos a partir de las perfecciones que, procedentes de El, están presentes en las criaturas. Tales perfecciones son más sublimes en Dios que en las criaturas. Nuestro entendimiento las aprehende tal como están en las criaturas; y tal como las aprehende, así las llama. Así, pues, en los nombres que se dan a Dios hay que tener presente lo siguiente: Las mismas perfecciones expresadas, como bondad, vida, y otros; y el modo de expresarlas. Por lo que respecta a lo que significan tales nombres, en sentido propio le corresponden a Dios, y mucho más a El que a las criaturas, y primeramente se dicen de El. Por lo que respecta al modo de expresarlas, no se dicen de Dios en sentido propio, pues el modo de expresión les corresponde a las criaturas.


    A las objeciones:

1. Algunos nombres expresan tan imperfectamente las perfecciones que, procedentes de Dios, están en las criaturas, como imperfectamente la criatura participa de la perfección divina. Este modo imperfecto está incluido en el mismo significado del nombre. Como el nombre piedra, que expresa una realidad material. Tales nombres no pueden ser dados a Dios más que en sentido metafórico. En cambio, otros nombres expresan absolutamente las mismas perfecciones sin que se incluya en su significado algún modo de participación. Nombres como ser, bueno, viviente y similares. Tales nombres son dados a Dios en sentido propio.

2. Dionisio dice que tales nombres deberían serle negados a Dios, porque lo que expresa tal nombre no le corresponde a Dios en la misma medida que tiene el significado de tal nombre, sino que le corresponde de un modo más sublime. De ahí que en el mismo lugar Dionisio diga que Dios está sobre toda sustancia, sobre toda vida.

3. Los nombres que son dados a Dios, implican condiciones corporales no en lo concerniente a lo expresado con el nombre, sino en cuanto al modo de expresarlo. Así, aquellos nombres que son dados a Dios en sentido metafórico, en su misma realidad expresada implican condición corporal.



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