La Virgen María nos enseña que, el acercarse a Dios, es un proceso permanente; un movimiento del alma que ha de durar toda la vida, y que el medio para caminar hacia él es la oración.
Oh Santísima Virgen María, a tu Corazón Inmaculado consagro hoy mi hogar y en especial a mis hijos. Vela maternalmente sobre ellos. Ayúdales a vivir cristianamente. Cúbrelos con tu protección.
Aleja de ellos todos los peligros de alma y cuerpo. Que sean modelo de virtud, de amor, de honestidad y de caridad.
Que nunca se apague en ellos la devoción a Ti y a tu Divino Hijo. ¡Oh bondadosa Virgen y Madre!, dígnate formar de nuevo este hogar en el cielo, ya que en la tierra pertenece por entero a tu Hijo Jesús. Amén.
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