TIEMPO ORDINARIO
DOMINGO DE LA SEMANA II
20 de Enero
Las bodas de Caná y la Hora de Cristo: Jn 2, 1-11
Nunca como entonces se me ha presentado la Virgen en su específica función materna: la que me hace caer en la cuenta de lo que me falta. Una madre preocupada de lo que no tengo. Una madre que se da cuenta de lo que no soy… Como si me dijera: corres mucho, pero siempre llegas con retraso. Con retraso, sobre todo, respecto a ti mismo.
Te inquietas demasiado. Pero concluyes bien poco. Porque en tu existencia no hay espacio suficiente para el silencio, la adoración, la contemplación, la inutilidad. Sobre tu mesa está todo. Pero te falta… el resto. Eres pobre de lo esencial. Hablas mucho de Dios, quizás demasiado. Y te olvidas con frecuencia de hablar con Dios, de dejarlo hablar.
Párate un momento, antes que sea demasiado tarde. Vive. No te dejes simplemente vivir. Vive de vida. No vivas del vacío, de la banalidad, de tonterías. No rellenes el vacío con cosas inútiles. No debes limitarte a mirar con ansiedad el reloj. Has de dar un significado a los días, a las horas, a los minutos. Tienes necesidad urgente de un suplemento de ser.
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