TIEMPO ORDINARIO
JUEVES DE LA SEMANA VI
De la Feria. Salterio II
21 de febrero
3. Cuando Pedro intenta negar esta eventualidad (“…de ningún modo te sucederá esto”: Mt 16, 22), Jesús le reprocha con palabras muy severas: “¡Quítate de mi vista, Satanás!, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres” (Mc 8, 33). Impresiona la elocuencia de estas palabras, con las que Jesús quiere dar a entender a Pedro que oponerse al camino de la cruz significa rechazar los designios del mismo Dios. “Satanás” es precisamente el que “desde el principio” se enfrenta con “lo que es de Dios”.
4. Así, pues, Jesús es consciente de la responsabilidad de los hombres frente a su muerte en la cruz, que Él deberá afrontar debido a una condena pronunciada por tribunales terrenos; pero también lo es de que por medio de esta condena humana se cumplirá el designio eterno de Dios: “lo que es de Dios”, es decir, el sacrificio ofrecido en la cruz por la redención del mundo. Y aunque Jesús (como el mismo Dios) no quiere el mal del “deicidio” cometido por los hombres, acepta este mal para sacar de él el bien de la salvación del mundo.
7. La pasión y la muerte de Cristo habían sido anunciadas en el Antiguo Testamento, no como final de su misión, sino como el “paso” indispensable requerido para ser exaltado por Dios. Lo dice de un modo especial el canto de Isaías, hablando del Siervo de Yavé, como Varón de dolores: “He aquí que prosperará mi Siervo, será enaltecido, levantado y ensalzado sobremanera” (Is 53, 13). Y el mismo Jesús, cuando advierte que “el Hijo del Hombre… será matado”, añade que “resucitará al tercer día” (cf. Mc 8, 31).
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