martes, 5 de marzo de 2019

CONOCIENDO NUESTRA FE


  ¿Quiénes son los catecúmenos? 
  
  Dice el Código de Derecho Canónico –la ley de la Iglesia– que los catecúmenos son “aquellos que, movidos por el Espíritu Santo, solicitan explícitamente ser incorporados a la Iglesia, y que por este mismo deseo, así como también por la vida de fe, esperanza y caridad que llevan, están unidos a la Iglesia, que los acoge ya como suyos” (CIC 206 § 1).

  ¿Qué es el catecumenado? 
  
  En primer lugar se puede decir que “[…] no es una mera exposición de dogmas y preceptos”. En palabras del Concilio Vaticano II, se podría decir que es “una formación y un noviciado convenientemente prolongado de la vida cristiana, en que los discípulos se unen al catecumenado". También son los pasos de un adulto que recibe el bautismo.

  Pasos del catecumenado:

  Primer paso. El anuncio del Kerigma o lo que es lo mismo, el anuncio de que Jesucristo, Hijo de Dios, ha muerto y ha resucitado por todos y cada uno de nosotros. De este anuncio, llevado a cabo con el auxilio de Dios, brotan la fe y la conversión inicial, con las que cada uno se siente arrancado del pecado e inclinado al misterio del amor divino (RICA Obs. prevs. 10).

  Segundo paso. La etapa del catecumenado. Se inicia con la imposición de la señal de la cruz en la frente. Como decía san Agustín a los catecúmenos de su iglesia: “Cuando empezaste a creer, recibiste la señal de la cruz” (Serm. 215,5). Cristo empieza así a ejercer su dominio sobre los que quieren seguirle y se establece ya un vínculo con la comunidad que invoca su nombre. Las tareas de esta etapa son: la escucha atenta de la Historia de la Salvación y un irse entrenando en la vida en Cristo: adquirir el hábito de orar, dar testimonio de la fe, tener siempre la expectación de Cristo, seguir en su actuación las inspiraciones de lo alto y ejercitarse en la caridad al prójimo hasta la abnegación de sí mismos.

  Tercer paso. El tiempo de purificación e iluminación o Cuaresma.

-Se inicia con la inscripción del nombre de los que recibirán los sacramentos de la iniciación en la noche de Pascua. Se trata de, en un verdadero retiro o desierto, preparar intensamente el espíritu y el corazón de los catecúmenos.

-Los escrutinios. Los catecúmenos son ayudados por la Iglesia a través de ellos. Tienen lugar en los domingos III, IV y V de Cuaresma y son precisamente los evangelios de estos domingos los que ayudan a los catecúmenos a descubrir dónde tienen puesto su corazón y cuál es la grandeza del don que recibirán.

-Los exorcismos. Los exorcismos son celebraciones de la Iglesia. Actúan de un modo cuasi sacramental. De suyo, no operan la remisión de los pecados, que es un efecto de la misma iniciación, pero por ellos se compromete al candidato en el camino de la conversión que no podría recorrer con sus solas fuerzas. La vida cristiana es un combate contra el mal, en el que hay que ejercitarse entrando en la lucha victoriosa de Cristo en su pasión.

-Las Entregas del Credo (o Símbolo) y del Padrenuestro. Como dice la Liturgia de la Iglesia en ese momento: “Queridos hermanos, escuchad las palabras de la fe, por la cual recibiréis la justificación. Las palabras son pocas, pero contienen grandes misterios. Recibidlas y guardadlas con sencillez de corazón”.

-Esta etapa culmina con la celebración en la Vigilia Pascual de los sacramentos de iniciación: “Esta noche […] ante cada uno y cada una se abrirá la puerta del Paraíso” (San Cirilo de Jerusalén, Procatequesis,15).

  Cuarto paso. El tiempo de la mistagógica o tiempo pascual. La mistagogia no es otra cosa que la catequesis para los neófitos (es decir, los recién bautizados) que explica el simbolismo de los ritos, las figuras bíblicas de los sacramentos y exhorta a vivir en Cristo.

  ¿A quién corresponde acompañar en este camino? 

  En esto, una cosa ha de quedar muy clara: “no solamente […] los catequistas y sacerdotes, sino toda la comunidad de los fieles, y en modo especial los padrinos, de suerte que sientan los catecúmenos, ya desde el principio, que pertenecen al Pueblo de Dios” (AG 14).

Fuente: www.diocesisdecordoba.com



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