miércoles, 7 de septiembre de 2016

CAMINANDO HACIA EL DIRECTORIO CATEQUÍSTICO ARGENTINO

La formación de catequistas


    70- Hoy se impone una honda reflexión sobre el perfil del catequista iniciador y acompañante del itinerario de fe de los catequizandos. El catequista es antes que nada un discípulo-testigo. Con una vida impregnada por el Espíritu Santo, abierta a la Palabra como alimento y oración cotidiana: conocer la Escritura es conocer a Jesucristo”. Es un hombre-mujer de comunión: con el Cuerpo de Cristo -Cuerpo Eucarístico- y con el Cuerpo Místico que es la Iglesia. Comunión afectiva y efectiva, que lleva a vivir y formar siempre comunidad, engendrando así Vida: la Vida de comunión, la Vida de Fe, de Esperanza, de Caridad. El perfil propio del catequista estará inspirado en Jesús, en su vida y su pedagogía; así, el catequista es maestro y pastor, testigo de Cristo, miembro de la comunidad donde se nutre de la Palabra y de la Eucaristía, para compartir la fe con sus hermanos catecúmenos-catequizandos, que presta su servicio en comunión con otros, viviendo la espiritualidad de la comunión como principio pedagógico, atento al querer de Dios y a las expectativas más profundas de aquellos con quienes transita el itinerario catecumenal. El catequista, persona experimentada en el trato con Dios, es un facilitador del encuentro del hombre con Dios, de allí que la metodología catequística, si bien toma elementos de las ciencias humanas (pedagogía, didáctica, sicología...), es una peculiar pedagogía de la fe, teniendo características especiales que derivan precisamente del contenido y de la índole de la formación de la fe, que son distintas a todo otro tipo de educación. El acompañamiento debe señalarse como actitud propia del catequista, al modo de Jesús en el camino de Emaús.

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